El DMAE es una sustancia que producimos de forma natural en el organismo y que tiene propiedades antiinflamatorias y antienvejecimiento. Diferentes estudios lo relacionan con un efecto protector del cerebro y el aumento del tono muscular. De forma externa lo encontramos en diferentes alimentos como las sardinas, las anchoas y el salmón salvaje.
¿Y qué tiene que ver con la piel? Pues fue a principio de la década del 2000 cuando se empezó a estudiar y comercializar este nutriente como activo antiaging aplicándolo de forma tópica, de la mano del Dr Perricone.
El DMAE es un activo conocido principalmente por su acción reafirmante, pero en realidad tiene una triple función en el cuidado de la piel:
1. Reafirmante: mejora el tono de piel
Sabemos que potencia la firmeza, ¿pero sabes por qué? El DMAE es un precursor de la acetilcolina, el neurotransmisor que permite la contracción muscular (cada vez que mueves un músculo, la acetilcolina es la sustancia que activa al músculo en la unión neuromuscular). El DMAE ayuda a incrementar los niveles de este neurotransmisor, y hay estudios que demuestran que la aplicación tópica recupera y aumenta el tono de los músculos faciales, combatiendo la flacidez propia de la edad. Tiene el poder de reafirmar y elevar zonas como las mejillas, las mandíbulas, el cuello y los párpados.
2. Antioxidante
El DMAE también es un potente antioxidante que combate los radicales libres y tiene propiedades antiinflamatorias, de modo que es un activo que previene y lucha activamente el envejecimiento prematuro de la piel.
3. Piel hidratada, elástica y luminosa
A su vez actúa mejorando la hidratación y elasticidad al aumentar la retención de agua en la dermis, y potenciar la síntesis de colágeno y glicosaminoglicanos. Gracias a esta acción la piel se ve más elástica y luminosa: rejuvenecida.
Por todo esto, el DMAE es un potente activo que lucha contra el envejecimiento de la piel y revierte uno de los principales signos de la edad: la flacidez.